martes, febrero 7

Bajo Cero

Me venía haciendo la canchera. Ya estaba convencida que ni el invierno inglés podía conmigo. Es mas, una de mis conclusiones de este año es que eso del Londres Gris no es mas que un mito sostenido a lo largo de la historia por alguna maléfica razón.


Mi primer encuentro con el invierno inglés fue el febrero pasado. Yo estaba recién llegada a Londres... y me había venido preparada. La primera vez que salí a la calle salí con medias can can, medias de lana, pantalón abrigado, botas, camiseta, mega sweater, montgomery, guantes, bufandas, todo. Estaba lista para enfrentar el invierno londinense (o de Siberia). Mi disfraz invernal me duró dos días y lo dejé de considerar necesario. Sí, había algún que otro día más fresco, pero claramente toda la humanidad que pasó por Londres antes que yo eran o exagerados o debiluchos. Y antes que nos diéramos cuenta se hizo primavera y el sol brillaba. Primer batalla ganada. Viva yo.


Vino el verano, pasó el otoño y medida que se acercaba fin de año me permití preocuparme nuevamente por el frío que se avecinaba. Las malas lenguas decían que noviembre era siempre el peor mes y aunque había ganado la primer batalla y ahora estaba más preparada que nunca con mis botas abrigadas y cancherísimas que me compró mi mamá, una nueva colección de sombreros y la la motivación que si sobrevivía noviembre me esperaba calor, playa y una navidad porteña, todos sabemos que nunca hay que subestimar a un enemigo. Pero nuevamente, gané la batalla. Creo que sin siquiera un rasguño memorable.


Listo. Ya está. Pasó noviembre, fui a Argentina, y volvía y era febrero. Y febrero- lo sé ya por experiencia - no es tan grave. Basicamente el invierno había terminado y prácticamente me podía dar por vencedora una vez mas... Salvo que no. Como buena enemiga, espero a agarrarme desprevenida. La jugó calladita y justo cuando estaba por cantar victoria me atacó sin piedad con una seguidilla de días bajo cero de los que ni un siberiano sale aireoso. (y tengo a mi padre de testigo).


Pero de tan mala que fue le salió mal. El sábado a la noche, tras juntarme con mi amiga francesa Audrey, huía despavoridamente a casa para refugiarme y noto que ese frío violento, penetrante, agresivo y fusilante se transforma y deja de pegarnos para regalarnos una suave, silenciosa, mágica nevada que cubrío la ciudad toda la noche.


Y todos dejamos nuestro andar concentrado y veloz para tomarnos un ratito y jugar en la nieve.










2 comentarios:

  1. Que lindo cande!!!! fue un enemigo que venia a mostrarte su mejor cara!!! fuerza que ya no debe quedar mucho mas... aprovecha la nieve y abrigate... este finde no hubo skype... por lo que me quedare por estos pagos para informarme de tu paradero!
    te quiero!!!

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  2. ese snowfriend es hecho por ustedes?? wtf!!!! linda londres blanca???

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