martes, abril 24

Entre paréntesis: Portugal

"Lisboa tiene el encanto de la imperfección. Es parte de Europa, si, pero su historia no está restaurada, pulida y plastificada como en otras grandes capitales del continente. Mucha gente la critica por eso. Para mi, cada muro rajado, cada pared torcida o descascarada conserva el encanto de lo auténtico."

Cora Oliszynski





Asi empezaba el largo y detallado mail en el que Cora me contaba de Lisboa. Si ya estaba entusiasmada con la idea de conocer este país olvidado de europa occidental, esta descripción terminó de aumentar mis expectativas. No necesité nada mas. Y de hecho, no preparé nada mas... un poco porque me gusta zambullirme en lo desconocido y que el lugar mismo me vaya guiando por sus calles, un poco porque en algún momento de este último año perdí mi capacidad de planear mas alla de unas pocas horas en el futuro y en gran parte porque con la abrumadora omnipresencia de tener que terminar un tesis en menos de un mes no me permito "desperdiciar" tiempo libre en algo que no sea tesiano. Asi que caí a Portugal, con el mail de Cora impreso, la máquina de fotos recién cargada y la inmensa alegría que te da eso de cortar por unos días la rutina, descubrir lo nuevo y hacerlo en compañía de mi gran amiga Tibu.

Claro esta, esta falta de preparación y la particularmente dispersa mente que me caracteriza ultimamente nos trajo algún que otro inconveniente... Como llegar a un hotel a las 12 de la noche sin reserva y que nos digan que justo hay lugar, pero volver de comer y encontrarnos un hombre durmiendo en la cama de Tibu, o estar en Lisboa y descubrir que el mapa que veníamos cargando era el que nos había quedado de Porto.  O subirse a un tranvía para ir al barrio de Belem y tras varios minutos de viaje, acercarse al conductor para preguntarle donde bajarnos y que él nos explique que no solo estábamos en el tranvía equivocado, sino que estábamos yendo en la dirección equivocada. Dos o tres horas mas tarde, cuando desde Belem (finalmente llegamos) queríamos volver para el hostal y nunca encontramos la estación de subte que por algun motivo estábamos convencidas estaba por esa zona, nos terminamos subiendo a un colectivo, pero por algún motivo nos bajamos varias paradas antes, y terminamos caminando como una hora para finalmente llegar al hostel.

Por fortuna, la belleza del lugar, la amabilidad de la gente y la gratísima compañía llevó a que estos numerosos percances no fueran mas que anécdotas, que en las caminatas descubriésemos casas, atardeceres, o bares dignos de mención y que nos encontremos riéndonos una y otra vez - las dos que nos jactamos de ser viajeras - de nuestra incapacidad de que algo nos salgo bien un día. 

Y al final, todo se reduce a esa encanto de la imperfección del que hablaba Cora. De como cada muro torcido, cada foto despeinada, o cada paisaje no tradicional esconde la magia de lo auténtico. 


 

sábado, abril 21

Relato Mamuch


Tras su tercer visita y participación en Relatos Kundaleros (como este o este), por primera vez se anima a escribir mi madre querida. Y lo fascinante de su relato es que no solo apoya el de mi dady, sino que tambièn respalda esa idea mia de mis dos Londres...

Madre hay una sola y tenemos telepatía

Después de mi 3º viaje a encontrarme con Cande y mi 2ª visita a ella en Londres, fui invitada a escribir en Kunda.

Mi desilusión fue grande cuando una vez que había pensado mí  tema me encontré con la nota de Cande de sus 2 Londres. Mi idea “original” había sido parecida, escribir sobre como vi  Londres a través de Cande después de un año de estadía allí, un poco los 2 Londres que Cande me mostró  a los 3 meses y al año y como la había visto allí. Al principio me sentí poco original y decepcionada pero después decidí aprovechar esta coincidencia madre e hija. ¡Estamos alineadas! ¡Qué sincronización!

Cande en Londres a sus 3 meses de llegar se devoraba la vida y esa nueva experiencia la llenaba de excitación.  Se movía bastante bien, conocía mejor las calles de Londres que las de su Buenos Aires querido donde no encontraba diferencia entre calles como Uruguay, Paraguay y Montevideo, por ejemplo.
Parecía que conocía todo a la perfección o con la seguridad propia de su ala 3 al menos así nos lo hizo creer a Nani y a mí y -salvo alguna leve duda- se movía con comodidad.

Un año después Cande es un pez en el agua, ya no tiene dudas de barrios, de subtes, de colectivos, en cada barrio nos mostró un rincón nuevo, el mejor para la foto, nos conto anecdotas, nos llevo siempre al mejor  parque de cada zona  para  hacer el mejor picnic y hasta podia indicar el baño de cada lugar.

Ya era una mas en su Londres querido...

Pudimos pasear por lugares no turísticos,  por las calles de Jack el Destripador (que no figuran en ninguna guía)  y si bien me hizo creen que eran seguras, no quiero ni pensar en Cande caminando por ellas a la noche, no por encontrarse con aquel Jack pero si con un Jack más actual.

Vimos un Londres mas raro, mas atípico  y mas vivido por ella, pudimos ver SU Londres.
Vimos sus lugares…..
Vimos sus 2 vidas, la Posh que me hacia sentir mas tranquila y la actual mas bohemia, mas Cande, la que ella buscaba desde un principio.
Ese cuarto mínimo que es toda su casa, lindo, pero en el que no entrábamos con Carlos al mismo tiempo. Ese cuarto ordenado al mejor estilo Cande.
Esa cocina compartida llena de personajes que parecían salir de una película.
Este es el Londres actual de Cande. El que quería  probar antes de volver.

A los 3 meses vi  Londres a través de sus ojos ilusionados, ávidos por conocer todo, por descubrir por aprender, por vivir a fondo esta experiencia que tanto soñó y que le regalaba la vida.

Un año después la vi más  asentada, más realista en cuanto a su vida en Londres, más objetiva en cuanto a sus expectativas originales. Las que soñó y no fueron como pensaba  y las que no imagino y pudo descubrir.
Sus ansias de  vida llena de gente nueva por conocer, gente de  tierras lejanas que se cumplió en parte y la realidad de una etapa de formacion de pocos buenos amigos ...

Contenta con lo estudiado, con lo aprendido, con lo vivido, feliz por haberse animado a llevar a cabo esta aventura.

Sigue siendo nuestra Cande, alegre, cariñosa, con buen humor, graciosa, histriónica jugando a la guía de turismo.
Sigue siendo un 2 queriendo dejar contentos a todos y es un 3 por como se lleva la vida por delante,  por su entusiamo por vivirla a pleno, por su  optimismo tan parecido al de su papá.
Esta mucho más segura, más madura, más grande.
Sigue enfrentando a la vida con  esa alegría tan suya
Sigue disfrutando de esta oportunidad, de este Londres que sin duda dejara una huella en su vida y comienza a soñar con una nueva etapa en su Argentina.
Gracias Cande por haber podido disfrutar y conocer tus dos Londres.
Te quiero

sábado, abril 14

Driving @ Kundalondon


Supongo que los lectores –a esta altura- ya han ido conociendo muchas de las  múltiples peculiaridades de Kundalondon.


Sin duda, una de sus más destacadas es su manera de conducir:   una de las mas acerbas y recalcitrantes negaciones a la globalización. Era previsible que después de tantas visitas tarde o temprano alguien iba a sugerir un recorrido -obviamente en auto- por la campiña inglesa. Y también lo era -en línea con el optimismo de mi hija- que el comentario de rigor fuera: "no puede ser tan difícil". Por ello sólo fue cuestión de tiempo hasta terminar  encontrándome dentro de un auto alquilado en King Cross -lleno de equipaje- rumbo a lo desconocido y –obviamente- conduciendo por la izquierda.

Todos los conductores del mundo globalizado tenemos claro que nuestro brazo izquierdo solo sirve para ser apoyado sobre la ventanilla de "nuestro lado" (¡¡¡el izquierdo por supuesto!!!) y tostarse de una manera diferencial permitiendo -eventualmente-el tan codiciado "look camionero". Por ello la primera gran sorpresa al sentarnos  en el extraño asiento del acompañante –que viene equipo con volante vaya sorpresa-  es descubrir que nuestro brazo izquierdo ha sido "promovido" a  la compleja tarea de hacer los cambios generando –a su vez- un desafío adicional: ¿ qué hago ahora con mi brazo derecho?


La segunda sorpresa es la metamorfosis que esta costumbre opera en el rol del acompañante, en este caso  mi querida Victoria. El solo hecho de sentarse del lado incorrecto la transforma  -mágicamente- en casi un copiloto de Rally, comenzando a dar indicaciones precisas sobre la distancia a la cual cada coche que se acerca se aproxima a nuestro vehículo, acompañada además por otras expresiones menos precisas como "hayyy", "huyyy", "¡guarda!", sumadas a otras onomatopeyas algo más difíciles de reproducir.


Pero todo ello no sería nada si no fuera porque los habitantes de Kundalondon no conocen (o no han desarrollado aún) el concepto de “banquina”. Esta habitualidad de nuestras rutas es consistentemente omitido en toda la campiña inglesa. Las rutas internas  –perfectamente cuidadas, por cierto- tienen el ancho suficiente para que dos vehículos circulen siempre y cuando mantengan una distancia entre ellos de unos pocos milímetros. ¿Por qué arruinar el paisaje milenario con metros innecesarios de pavimento que nadie va a necesitar salvo contadas excepciones?



No obstante todas estas vicisitudes  –y algunas otras que quedaron en el tintero- pudimos recorrer más de 1000 kilómetros de rutas y disfrutar y maravillarnos de los mismos paisajes que seguramente habrán fascinado a uno de los primeros turistas que recibieron estas islas -Julio Cesar y su equipo-  hace algo más de 2100 años atrás y -más allá de algunas anécdotas para el recuerdo, entre ellas la cara de estupor de una inglesa muy particular que confiamos  ya se habrá recuperado- pudimos regresar el auto a Avis intacto y tremendamente felices de haber conocido la otra cara de Kundalondon.

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(Aclaración de Kundalondon):

Y yo, pude cumpli uno de mis sueños cinematográficos:



miércoles, abril 11

Mis dos Londres

No se puede cuantificar Londres. Es un espacio distinto para cada uno de los millones de sujetos que la transitan día a día, que- de hecho- se puede modificar día a día. Habiendo dicho eso, paso inmediatamente a contradecirme diciendo que yo considero que viví dos Londres, desde dos barrios distintos y con dos situaciones laborales, sociales, emocionales claramente diferenciables. 


El primero fue el mítico y fascinante Londres por descubrir, el Londres visto desde los ojos vírgenes de una recién llegada. Ese primer Londres en el que vivía en un barrio posh, donde todo era lindo, elegante, fácil. Todo tenía el brillo de la novedad y ese tinte mágico de "estoy cumpliendo mi sueño". Fue un Londres en la que tenía mi amigo inglés, un casi hogar a donde regresar cada noche, el hambre para comerme el mundo, y todo el tiempo necesario para hacerlo.


Con el nuevo año vino mi mudanza y con él, un Londres totalmete distinto. Un Londres basada en el East Side - mucho menos posh y mucho mas juvenil - y con un trabajo fijo y una rutina establecida. Un Londres que ya conocía y me había apropiado. Mi Londres, con mis rincones, mis preferencias, mis rituales. De a poco, y a pesar de que mi mudanza no fue idílica, me encontré con que había convertido a Londres en mi hogar, justo cuando la fecha se acefcaba para empezar a  despedirme. 


Mis dos Londres, visto desde dos barrios, de la mirada descubridora inicial y la mirada nostálgica final, de enamoramiento a conocimiento, de turista a residente.

Pero como la vida es circular, así como pasé de ser turista que vive en Londres a visitante que juega de local, la visita de mi familia fue un poner la vida en pausa, pedirme días del trabajo, olvidarme de la rutina y responsabilidades londinenses y ser exclusivamente viajera con residencia por unos días. Siempre viene bien redescubrir lo descubrido, revisitar lo visitado, y recaminar lo caminado, y nada mejor que hacerlo acompañada de cuatro pares de ojos distintos -con sus distinto conocimiento, perspectivas e intereses- que contribuyen a formar la totalidad de este mi Londres - que es la suma de todos sus Londres. Esos cuatro pares de ojos que - casualmente - también aportaron su cuota de risas, abrazos, charla y - basicamente - compañía.